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25 de marzo de 2011
El mar está enojado porque ha llevado entre sus olas, el dolor de aquella mujer que llora por el hombre que la ha dejado, se ha cansado de esperarlo y se ha prometido comenzar de nuevo.
Mientras el mar, se aleja con el dolor de ella, ella ríe recordando los tiempos buenos, de los cuales soñaba junto a él, sentados en la silla azul, que la abuela les regaló. Sentada en la silla azul, analiza poco a poco su pasado y descubre lo feliz que fue, se levanta, acaricia una concha y la devuelve al mar con el llanto de la nostalgia.
Pobre mar, que reparte entre sus olas la alegría de la brisa y lleva entre sus olas el llanto de muchos.

En el camino me encontré…

Hace cuatro días me encontré con el amor, lo vi, lo toqué, lo sentí, respiré junto a él, le pregunté sobre su dolor, su versos, sus caricias, la química que hace sentir.
Me dijo que se sentía solo, que el trabajo ya no era tan bueno, estaba algo confundido, decidí escucharlo y enjugar sus lágrimas un poco, me senté junto a el, para verlo de cerca y sentirlo solo mío en ese instante.
Estaba realmente triste, preocupado, cansado. No supe que decirle, lo abracé y lo invité a quedarse conmigo, le dije la falta que me hacía, y lo desesperada que estaba por tenerlo a mi lado, le pedí varias oportunidades de demostrarle el valor que tendría a mi lado.
No se dejó, se apartó de mis brazos, dejó escapar un suspiro hondo que le dio un respiro a mi corazón. Se levantó, me dio un beso, jugó con mi cabello, me acarició la cara y me dijo suavemente, no me necesitas aún, puedes sobrevivir un tiempo más, no puedo quedarme ahora, regresaré y me quedaré para siempre…
Prometí esperarlo sin conciencia, volverá, sé que volverá.