En memoria de.

En el año de 1930 cuando la luz aún no era parte de la sociedad como ahora la tenemos, nació un pequeñito ser, de piel morena, ojos oscuros, cabello negro, un costeño vaya, las condiciones en las cuales nació no debieron ser las más buenas, pues los médicos en aquél tiempo eran el lujo más grande que la dama podía darse. No conozco mucho de su niñez, pero no fue la más bella comparada a la de un niño de hoy, los cuadernos y los juguetes de seguro fueron sustituidos por un trabajo y una moneda a cambio de un pedazo de pan.
No conocí a su padre, sólo a su madre, una bella dama, Juanita, llena de vida, con consejos que repartía a diestra y siniestra.
No se tampoco a la edad que se casó, pero se con seguridad los hijos que tuvo; primero Ruth, alta delgada con el sello de él, el carácter hace de esta peculiar persona todo un caso.
Elías el hombre sensible de la familia el que lucha por la paz familiar y el que muchas veces se deja influenciar por los demás.
Moisés, el hombre que se encargó desde pequeño a llevar el alimento al hogar, y aprendió de los golpes de la vida a vivir.
Daniel, el personaje más cómico de la casa, no hay fiesta que el no alegre, ocurrente, sincero y muy competitivo.
Mirna, la mujer del misterio, una gran persona con un corazón del tamaño del mundo, sentimientos a diestra y siniestra.
Irma, La mujer más bondadosa de la familia y la que cuida de la abuela desde hace varíos años, sin duda alguna, la mujer maravilla.
Israel, el que siempre piensa con los pies en la tierra, de vez en cuando ambicioso, seguro de sí mismo, es todo un deleite escucharlo declamar.
Nietos, no terminaría jamás pero se que son 19, 5 bisnietos y 1 tataranieto.

Luis Fierro el señor de los sentimientos de hierro, pero en mi corazón llevo el récord de haberlo visto llorar en una de mis tantas partidas.
Gracias a Dios por mi abuelo, gracias a Dios por su corazón y su bondad.
79 años serían hoy si estuviera con nosotros, no lo está, sólo estamos nosotros y una silla vacía en el lugar de siempre, un recuerdo marcado con lágrimas y sangre, un dolor que se agudiza en la lejanía, una fotografía que se empolva y se borra con el correr de los minutos.
Un corazón dolido, pero adiós al dolor, ese pasará o seguirá, hoy quiero recordar a Don Luis Fierro con amor y cariño, con anhelo y deseo de encontrarlo muy pronto con una sonrisa que fue perdida aquí, con un corazón nuevo, sí en aquél lugar donde sólo habrá paz, bondad y amor, mucho amor.
Descansa en paz, mi abuelo bello.